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viernes, 4 de enero de 2008

Final de Año

Esta fiesta nace como una gran necesidad de marcar un cambio de año, que no coincide necesariamente con el antiguo sistema de fechado. Las doce horas, símbolo de un número con ciertas características mágicas, mas aun a media noche se considera que fuerzas renovadas y nuevos brios, entran y dan paso a las fuerzas positivas en esperanzas que el año que comienza será próspero, lleno de abundancia y buenos presagios.

Es costumbre pensar que tal como con todos los arreglos que realizamos son parte preparatoria para el siguiente año y que con los lujos de la comida, bebida y vestimentas estos darán comienzo al resto del año en la prosperidad deseada. Los distintos ritos, costumbres según la tradición del mundo donde se encuentran, forman el folklore del pueblo donde se habita. Pero mucho más allá de la Era Cristiana, más aún de los comienzos de esta Era propiamente tal, las corrientes de veneración de los dioses de la naturaleza y a las fuerzas de la vida, eran parte inherente a la celebración de la cosecha y la fertilidad, a los ciclos de la Madre Tierra y la necesidad de gratificar la benevolencia de la Manifestación Divina.

Todas las tradiciones sagradas del mundo enseñan que la capacidad para alcanzar cualquier meta depende de “Despertar una Fuente Interior” de amor trascendental y Sabiduría. Que todo lo demás son símbolos, accesorios ilusos de creer que todas las cosas tienen el poder de hacernos felices y lograr los objetivos.

En el cristianismo se dice que el reino de los cielos esta en nosotros mismos. La tradición Budista nos enseña: “Mira dentro de ti, tu eres el Budha”. En el hinduismo se dice que el Atma (el Yo Inmanente) forma una unidad con Brama (el dominio universal del Ser) y en la tradición Sufí expresan que “Quien se conoce a si mismo, conoce a su Dios”. Todas ellas, en conjunto no entran en discordancia con las doctrinas fundamentales de las grandes religiones del mundo. Es el hombre que en su mente fracciona y divide, colocando además su poder fuera de si mismo.

El nuevo año comienza en el preciso momento en que nos ponemos en el lugar de conciencia en que se encuentra cada uno de nosotros, ahí se da la puerta del primer día del resto del año. Nuestro estado interno puede despertar el nuevo amanecer o llevarnos al lúgubre sótano donde reina el desamparo.

Paul Brunton nos dice que el hombre busca cada momento una razón de su existencia, tanto conciente como inconcientemente, que es un deseo nostálgico de alcanzar el conocimiento de nosotros mismos y agrega que hay un solo deber y es el descubrir nuestra divinidad en nosotros mismos.

Es así como cada año nuevo, nos proponemos nuevas metas y logros emocionales y materiales, pero ¿Qué pasa con las metas espirituales, con el verdadero propósito por el cual, como seres humanos estamos aquí? Vivimos inmersos de todos los recursos materiales que podamos adquirir, de la malsana competitividad y nos colocamos en un profundo trance rutinario por modelos automatizados y condicionados de percibir, pensar, sentir y comportarse… esta programación inducida culturalmente, esta YA rompiendo sus esquemas, hay una llamada de muchos seres en este planeta que nos inducen a despertar, a ponernos en contacto con nuestra naturaleza Divina que reside en nuestro interior, porque somos creadores, somos nosotros un potencial de amor al igual que Jesús que dijo: “Podemos mover montañas”.

Algo que hemos olvidado y este nuevo año puede ser un buen comienzo; es que hemos olvidado quienes somos realmente y esta es una realidad tan simple como darnos cuenta que al final, bastaba mirar hacia adentro y con esos ojos mirar hacia fuera.

Están manifestándose signos que son muy evidentes, de que nuevos tiempos rescatan a la antigua sabiduría para lograr una conexión en este camino e la trascendencia. Pero la actitud nueva debe derribar en este camino de barreras, criticas, autoengaños y todo tipo de centralismos personalistas que están en decadencia.

Hoy está vigente la renovación espiritual en la integración del ser en su totalidad, estamos trabajando en un proceso de sanación planetaria pero no como algo lejano y fuera de nosotros, sino como aquello espontáneo del quehacer del día a día, donde cada uno puede aportar a través de nuevas propuestas y actitudes.

Este año, nuestro propósito debería ser eliminar las grietas existentes entre lo sagrado y lo ordinario, permitir dar paso a la madurez como seres espirituales frente a una problemática material y de emociones egoístas y carentes de fraternidad. Tal vez el uso de la conciencia transpersonal para trabajar por el bien de todos, donde no cabe duda que este bien de la totalidad nos incluye automáticamente (causa-efecto). Algunos hablan de “Espiritualidad encarnable” que incluye celebrar todos nuestros procesos, por muy difíciles y dolorosos que sean, este trabajo interior es estar presente en el aquí y ahora, en el discernimiento que si no se dan las cosas como “yo quiero, así y de esta manera” es porque hay un aprendizaje de por medio y por el cual solo hay que fluir, encarnar la gratitud como vehículo para transportarnos a otros espacios y no perder nunca la capacidad de asombro, estas simples proposiciones pueden abrir nuevas dimensiones en el diario vivir y ser más fáciles desde una mente optimista y veraz; naturalmente espiritual.

Estoy tratando de aprender algo nuevo, sobre todo para mi y es vivir profundamente en la materia y a honrar su misterio, a sentirme más conectada con todo lo que vive y me roda, siento que he experimentado una intensa renovación a mi punto de vista, en donde sentía que solo pensar en los planos superiores me hacia mejor y más sabia. Aquí, en este plano nos movemos y solo depende de cuan integrados estemos y deseosos de aceptar movernos con el alma, amar con el alma y darle el alma a las cosas, al mundo habitual, es que podemos contribuir en el logro más anhelado de nuestro espíritu, que es alcanzar la totalidad de nuestro ser.

Este año recién comienza y hoy comienza la oportunidad de entrar en el proceso de ser más luz donde reina la oscuridad. ¿Están dispuestos a unirse al derrumbe de las murallas autoimpuestas, de la ceguera y el egoísmo?

El alma de Gaia espera por la integración y compromiso de una esperanza para el planeta tierra.

¡Feliz año nuevo y feliz reencuentro de nuestra hermandad como seres humano!

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