Todo es impermanente, nada dura, nada es fijo, todo cambia, nuestro cuerpo, las casas donde vivimos, las montañas, el mar, etc.
Algunos cambian más rápidamente que otros, pero al final todo lo que surge tiene que caer, disolverse y volverse frente de los demás fenómenos.
La mayoría de nosotros reconocemos estos cambios, reconocemos esta impermanencia a nivel intelectual, a pesar de ello nos entristecemos o nos enfadamos cuando perdemos algo o a alguien, cuando se termina una relación o cuando tenemos la sensación de pérdida y vacío en nuestro corazón.
Tratamos de actuar como si nada cambiara, como si no nos importara. La tensión creada al tratar de mantener una actitud desconforme con la realidad introduce una dimensión irritable e incómoda en nuestra experiencia diaria, debido a que el mundo esta abofeteándonos cada vez que fracasan nuestras ilusiones. Por ello a este mundo se le llama mundo de la ilusión.
Algunos cambian más rápidamente que otros, pero al final todo lo que surge tiene que caer, disolverse y volverse frente de los demás fenómenos.
La mayoría de nosotros reconocemos estos cambios, reconocemos esta impermanencia a nivel intelectual, a pesar de ello nos entristecemos o nos enfadamos cuando perdemos algo o a alguien, cuando se termina una relación o cuando tenemos la sensación de pérdida y vacío en nuestro corazón.
Tratamos de actuar como si nada cambiara, como si no nos importara. La tensión creada al tratar de mantener una actitud desconforme con la realidad introduce una dimensión irritable e incómoda en nuestra experiencia diaria, debido a que el mundo esta abofeteándonos cada vez que fracasan nuestras ilusiones. Por ello a este mundo se le llama mundo de la ilusión.
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